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jueves, 21 de noviembre de 2013
jueves, 14 de noviembre de 2013
jueves negro, o gran depresión de 1929
Al finalizar la Primera Guerra, la economía mundial comenzó a experimentar una mejoría, fundamentalmente por el crecimiento que empezó a tener Estados Unidos, quién se convirtió en el país con mayores índices de crecimiento en el período.
Europa, destruida y arruinada con la guerra, dependía de los préstamos estadounidenses, los que permitieron un paulatino repunte y un renacer económico que pretendía dejar atrás, los dramáticos sucesos de la guerra. Los “Felices Años Veinte” parecían ser la consolidación del sistema económico liberal. Sin embargo, esta situación de aparente estabilidad se derrumbó el 24 de octubre de 1929; ese día, conocido como el “Jueves Negro”, cayó la Bolsa de Valores de Nueva York, arrastrando a la economía mundial a una Gran Depresión, la cual tendría repercusiones económicas, políticas y sociales de amplia magnitud.
Las causas que dieron inicio a esta crisis son múltiples, pero quizás una de las más importantes se relaciona con la carencia de un ente regulador del sistema económico, lo que provocó una especulación financiera y principalmente productiva, lo que terminó saturando los mercados debido a que los niveles de producción superaban el consumo de la población. Las empresas comenzaron a ver sobrepasado su stock de productos, muchos comenzaron a desconfiar del sistema económico vendiendo sus acciones en la Bolsa de Valores, lo que terminó provocando su desplome.
nacional-socialismo alemán
El Nacional Socialismo Alemán
Al igual que el caso italiano, el surgimiento y consolidación del Partido Nacional Socialista Alemán (conocido como Partido Nazi), se debió a las repercusiones de la Primera Guerra Mundial. Alemania había sido derrotada en la guerra y sometida a duras condiciones de paz por el Tratado de Versalles, las cuales se vieron en la obligación de aceptar. El país se hallaba arruinado económicamente, y la naciente República no era capaz de solucionar los problemas. La situación se agravó aún más con la depresión de 1929, por lo que muchos comenzaron a confiar en quien proponía un gobierno fuerte que rechazara las cláusulas impuestas por Versalles y que estuviera dirigido por un caudillo que actuara como aglutinador de la sociedad y que planteara además, la recuperación de la grandeza de Alemania. Ese rol le correspondió a Adolfo Hitler.
Una vez en el poder, Hitler y el partido nazi, se propusieron a través de una importante campaña propagandística, inculcar al pueblo alemán los valores propios del nazismo, entre los cuales se contaba:
- La unión de todos los alemanes en una “Gran Alemania”.
- La recuperación del “espacio vital” alemán (para ellos debían recuperar territorios perdidos por el tratado de Versalles).
- La nacionalización de grandes empresas.
- La persecución a los no arios (particularmente a los judíos, a quienes se les quitó la nacionalidad alemana en 1935).
Todas estas disposiciones, requerían de un importante apoyo militar, por lo que el régimen nazi militarizó nuevamente a Alemania, desarrollando una carrera armamentista y de marcado afán expansionista, que los llevó a anexar Austria e invadir Checoslovaquia. A nivel interno, el ejército declaró su lealtad al Führer (nombre que recibe Hitler como caudillo máximo), por lo que se daban todas las condiciones para el establecimiento de un gobierno de carácter dictatorial, que disolviera los partidos políticos que fueran de oposición y que a través de su política exterior, provocara el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Al igual que el caso italiano, el surgimiento y consolidación del Partido Nacional Socialista Alemán (conocido como Partido Nazi), se debió a las repercusiones de la Primera Guerra Mundial. Alemania había sido derrotada en la guerra y sometida a duras condiciones de paz por el Tratado de Versalles, las cuales se vieron en la obligación de aceptar. El país se hallaba arruinado económicamente, y la naciente República no era capaz de solucionar los problemas. La situación se agravó aún más con la depresión de 1929, por lo que muchos comenzaron a confiar en quien proponía un gobierno fuerte que rechazara las cláusulas impuestas por Versalles y que estuviera dirigido por un caudillo que actuara como aglutinador de la sociedad y que planteara además, la recuperación de la grandeza de Alemania. Ese rol le correspondió a Adolfo Hitler.
Una vez en el poder, Hitler y el partido nazi, se propusieron a través de una importante campaña propagandística, inculcar al pueblo alemán los valores propios del nazismo, entre los cuales se contaba:
- La unión de todos los alemanes en una “Gran Alemania”.
- La recuperación del “espacio vital” alemán (para ellos debían recuperar territorios perdidos por el tratado de Versalles).
- La nacionalización de grandes empresas.
- La persecución a los no arios (particularmente a los judíos, a quienes se les quitó la nacionalidad alemana en 1935).
Todas estas disposiciones, requerían de un importante apoyo militar, por lo que el régimen nazi militarizó nuevamente a Alemania, desarrollando una carrera armamentista y de marcado afán expansionista, que los llevó a anexar Austria e invadir Checoslovaquia. A nivel interno, el ejército declaró su lealtad al Führer (nombre que recibe Hitler como caudillo máximo), por lo que se daban todas las condiciones para el establecimiento de un gobierno de carácter dictatorial, que disolviera los partidos políticos que fueran de oposición y que a través de su política exterior, provocara el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Desarrollo de la Revolución Rusa
Como ya hemos mencionado, el Imperio ruso se encontraba a principios del siglo XX, gobernado de manera absoluta por el Zar Nicolás II. La situación económica era absolutamente precaria, principalmente para la gran masa de campesinos que predominaba en el país.
El ingreso de Rusia en la Primera Guerra Mundial aumentó los problemas económicos del pueblo y acrecentó el malestar hacia el régimen zarista. Este descontento se materializó en febrero de 1917, cuando en San Petersburgo estalló una revolución que obligó al zar a abdicar, eligiendo un gobierno provisorio en manos de Alejandro Kerensky.
Los cambios introducidos por el gobierno provisorio no fueron los esperados y pronto comenzó la agitación popular promovida por el sector político de los Bolcheviques, cuyo principal líder era Lenin. Esta agitación puso fin al gobierno de Kerensky en la llamada Revolución de Octubre.
Una de las primeras medidas tomadas por los Bolcheviques fue firmar un tratado con Alemania (Tratado de Brest –Litovsk), mediante el cual Rusia se retiraba de la guerra a cambio de algunas pérdidas territoriales. Junto con eso, comenzaron los cambios políticos y económicos internos. Se abolió la propiedad privada; se expropiaron tierras que estaban en manos de la nobleza y la Iglesia; industrias y fábricas pasaron a manos del Estado. Todas estas medidas significaron en su conjunto, transformar a Rusia de un Imperio a un gobierno de régimen socialista.
La implementación de esta serie de medidas provocó el rechazo de los sectores más conservadores de la sociedad rusa, lo que provocó el estallido de una guerra civil que se prolongó hasta 1920 y que costó la vida a miles de personas (incluyendo al zar y su familia). Una vez que se produjo el triunfo del Ejército Rojo (Bolchevique) se aprobó una Constitución que transformó a Rusia en una Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.).
crisis europea
Europa en crisis
Europa empezó el siglo XX con Estados fuertes; muchos de ellos habían
construido imperios inmensos. Alemania e Italia se habían constituido
como naciones soberanas, y el imperialismo político y económico
inevitablemente despertó rivalidades.
Como reacción se conformaron diversas alianzas. Por una parte Alemania, Italia y el Imperio Austro-Húngaro formaron la Triple Alianza; por otra parte, Francia, Rusia e Inglaterra conformaron la Triple Entente.
La rivalidad entre las potencias se fue haciendo mayor. Francia pretendía recuperar Alsacia y Lorena, que estaban en poder de Alemania; Inglaterra estaba preocupada por el gran desarrollo industrial y económico de Alemania; por su parte, Alemania pretendía reforzar su hegemonía centroeuropea; y Rusia quería consolidar su posición en Los Balcanes, frente al Imperio Austriaco-Hungaro.
Las naciones europeas se estaban preparando para una posible guerra que, de producirse, preveían como breve, pero la realidad superó ampliamente todas las previsiones con una guerra larga y con consecuencias sociales y políticas que, en cierta medida, crearon las condiciones para que veinte años más tarde estallara la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, los conflictos entre naciones no eran los únicos que formaron parte de las características de comienzos del siglo XX en el viejo continente.
En 1917, en plena guerra mundial, en Rusia se produjo la primera revolución socialista. El régimen Zarista, uno de los pocos con características monárquicas que quedaban en Europa, cayó frente a un ejército revolucionario animado ideológicamente por el socialismo y el marxismo.
La Revolución Rusa ha tenido una enorme trascendencia histórica, a veces comparada con las consecuencias de la Revolución Francesa. En el caso de los rusos, intentaron llevar a la práctica las teorías marxistas que proponían la sustitución del orden capitalista por un nuevo sistema dirigido por el proletariado. Este modelo sirvió de guía a los intentos que, posteriormente, se realizaron en otros países para instaurar un sistema comunista.
Como reacción se conformaron diversas alianzas. Por una parte Alemania, Italia y el Imperio Austro-Húngaro formaron la Triple Alianza; por otra parte, Francia, Rusia e Inglaterra conformaron la Triple Entente.
La rivalidad entre las potencias se fue haciendo mayor. Francia pretendía recuperar Alsacia y Lorena, que estaban en poder de Alemania; Inglaterra estaba preocupada por el gran desarrollo industrial y económico de Alemania; por su parte, Alemania pretendía reforzar su hegemonía centroeuropea; y Rusia quería consolidar su posición en Los Balcanes, frente al Imperio Austriaco-Hungaro.
Las naciones europeas se estaban preparando para una posible guerra que, de producirse, preveían como breve, pero la realidad superó ampliamente todas las previsiones con una guerra larga y con consecuencias sociales y políticas que, en cierta medida, crearon las condiciones para que veinte años más tarde estallara la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, los conflictos entre naciones no eran los únicos que formaron parte de las características de comienzos del siglo XX en el viejo continente.
En 1917, en plena guerra mundial, en Rusia se produjo la primera revolución socialista. El régimen Zarista, uno de los pocos con características monárquicas que quedaban en Europa, cayó frente a un ejército revolucionario animado ideológicamente por el socialismo y el marxismo.
La Revolución Rusa ha tenido una enorme trascendencia histórica, a veces comparada con las consecuencias de la Revolución Francesa. En el caso de los rusos, intentaron llevar a la práctica las teorías marxistas que proponían la sustitución del orden capitalista por un nuevo sistema dirigido por el proletariado. Este modelo sirvió de guía a los intentos que, posteriormente, se realizaron en otros países para instaurar un sistema comunista.
revolucion rusa
Una sociedad modelada por el terror
La sociedad soviética que termina de configurarse en los años treinta fue
una sociedad puesta al servicio de los objetivos económicos del Estado y
de la ideología comunista.
La población siguió siendo mayoritariamente rural. El campesinado vivía en
unas condiciones muy difíciles (solo el 10 por ciento de los koljoses,
las granjas colectivas,
disponían de electricidad) y, tras el desastre de la colectivización, tuvo
que soportar una fuerte presión por parte de los agentes del gobierno para
que dedicaran más esfuerzo al trabajo en los campos colectivos.
En las ciudades, la creciente clase obrera sufrió las consecuencias de la
política de planificación e industrialización forzada. Para cumplir los
objetivos de los planes quinquenales, las condiciones de trabajo se
endurecieron enormemente. En muchas industrias, las jornadas de siete
horas seis días a la semana se convirtieron en jornadas de ocho horas
todos los días de la semana.
Aunque la constitución de 1936 proclamaba que la URSS era una sociedad sin
clases, la verdad era muy diferente. Por encima de las clases trabajadores
se situó la burocracia del partido comunista. Formada por aproximadamente
catorce millones de personas, los cargos comunistas acapararon la gestión
del estado y de la economía. Esta nueva clase social percibía sueldos de
entre 4 y 20 veces superiores a los obreros y disponía de diversos
privilegios, como raciones suplementarias de alimentos obtenidos en
tiendas especiales o apartamentos más amplios que el resto de los
ciudadanos soviéticos.
La burocracia obtenía estos privilegios a cambio de una sumisión absoluta
a
Stalin. Las “purgas” de los años 30 probaron que nadie estaba libre de
sospecha y que cualquiera estaba a merced de los aparatos de represión.
La sociedad que surge del estalinismo retornó a los valores sociales
tradicionales ensalzando las nociones de jerarquía y autoridad. En la
escuela obligatoria, pública y gratuita se fomentó el respeto a los
maestros; en la familia se reforzó la autoridad de los padres; en el
ejército se ensalzaron las nociones de jerarquía, obediencia y disciplina.
Las duras condiciones sociales y los avances en la liberación de la mujer
en los años veinte provocaron un fuerte descenso de la natalidad. La
reacción de
Stalin fue acabar con la legislación permisiva de los años
veinte y volver a un modelo de familia tradicional. La familia volvió a
convertirse en la célula social clave que debía inculcar a los jóvenes las
ideas de disciplina y trabajo duro. En 1936 el aborto fue ilegalizado y se
pusieron más trabas al divorcio.
Finalmente, el internacionalismo revolucionario de los inicios de la
revolución fue sustituido por el patriotismo ruso. El ejército
especialmente dejó de ser contemplado como el instrumento de la revolución
y se convirtió en el defensor de la patria y del régimen soviético.
la autocracia zarista
1. El Imperio Zarista: la difícil modernización de una autocracia
La autocracia zarista gobernaba un enorme país atrasado en el que la industrialización solo había alcanzado a algunos núcleos urbanos. La ineficacia de la monarquía absoluta se reflejó de forma abrupta cuando, ante la sorpresa de todo el mundo, Japón derrotó, en 1905, a la que aún se consideraba una gran potencia europea. Ese mismo año, una revolución fallida sacudió los cimientos del régimen zarista y puso en evidencia la inestabilidad de las bases en que se sustentaba.
En 1914 el imperio zarista era una gran potencia que se extendía por veintidós millones de kilómetros cuadrados a lo largo de Europa y Asia y contaba con ciento setenta millones de habitantes.
Desde 1905, Rusia vivió importantes transformaciones económicas. Aunque los campesinos analfabetos seguían siendo la mayoría de la población del imperio, las reformas de Sergei Witte, ministro del zar Nicolás II, favorecieron una intensa industrialización en unos pocos núcleos industriales urbanos y el nacimiento de un proletariado pobre y combativo.
Esta sociedad en transformación chocaba con una autocracia en la que el poder absoluto del Zar se sustentaba en la todopoderosa Ojrana, la policía política.
Diversos grupos clandestinos luchaban contra la monarquía rusa. Entre ellos, destacaba un pequeño grupo de marxistas revolucionarios dirigidos por Lenin, seudónimo de Vladimir Illich Uliánov. Conocidos como los bolcheviques, representaban una facción del Partido Socialdemócrata Ruso en la que confluía una visión radical de marxismo con la disciplina propia de una organización clandestina.
En ese contexto, la guerra mundial fue especialmente dañina para Rusia. En un país atrasado, el esfuerzo bélico (a mediados de 1915 los rusos habían sufrido más de dos millones de bajas) y la escasez de alimentos y combustible derrumbaron la moral de guerra de la población. Rusia se convirtió en el caldo de cultivo perfecto para la agitación revolucionaria.
Al descontento social, se le unió la impopularidad del zar Nicolás II, que se había puesto personalmente al frente del ejército ruso y que era considerado por la población como el responsable máximo de la catástrofe de la guerra.
La situación terminó por estallar en marzo de 1917.
miércoles, 6 de noviembre de 2013
Europa a fines del siglo XIX
contextualicemonos un poco.
hasta el siglo XIX, la hegemonía europea se hace sentir por todo el orbe, y se impone a este. el capital europeo esta presente en todas partes, sobre todo después del impulso de la segunda revolución industrial. también notamos un proceso creciente de urbanización, ademas de un aumento en los procesos de migración tranoceánicas.
hasta el siglo XIX, la hegemonía europea se hace sentir por todo el orbe, y se impone a este. el capital europeo esta presente en todas partes, sobre todo después del impulso de la segunda revolución industrial. también notamos un proceso creciente de urbanización, ademas de un aumento en los procesos de migración tranoceánicas.
división del trabajo a nivel mundial, procesos de producción e industrialización a nivel mundial. |
es una época en la que se vive una masificación del consumo, nacen nuevas instancias de ocio o de entretención. lo que estará por venir ( los primeros 20 años del siglo XX), serán reconocidos por este estilo de vida, que será popularmente conocido con el nombre de belle epoque.
Siglo XX ; la base de la actualidad
sin duda el siglo XX es determinante para entender lo que somos hoy en día. fue un siglo, en algún sentido, radical, por la cantidad e cambios pero sobre todo por lo bruscos de estos. fue un siglo que sacudió al mundo de la época, y remeció las bases de occidente, y del mundo entero.
sin duda, para poder hablar sobre siglo XX de una manera mas ordenada y fácil debemos identificas grandes procesos que marcan el siglo y cambian el rumbo de la historia.
-las guerras mundiales
-la crisis de la hegemonía europea
-proceso de ampliación de la democracia
-la formación de una cultura de masas
-desarrollo científico y tecnológico
sin duda, para poder hablar sobre siglo XX de una manera mas ordenada y fácil debemos identificas grandes procesos que marcan el siglo y cambian el rumbo de la historia.
-las guerras mundiales
-la crisis de la hegemonía europea
-proceso de ampliación de la democracia
-la formación de una cultura de masas
-desarrollo científico y tecnológico
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